Vic, demagogia e inmigración

Publicado en por Alcides Pimentel Paulino

 

VicA pesar de que a algunos en Cataluña y en España les cueste aceptar el hecho migratorio por el peligro que representa para la identidad y la estabilidad económica, lo más razonable es dejarse de romanticismo y demagogia e intentar integrar a los recién llegados de una manera controlada. La homogeneidad étnica que existe en muchos países europeos está pasando a ser progresivamente algo del pasado. La historia, por suerte o por desgracia, es irreversible.      

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Según el balance que presentó el gobierno el pasado 2009, la inmigración ilegal en España, se redujo respecto al 2008 en más de 11.000 personas, al pasar de 36.115  a 24.851. A pesar de este hecho, y aprovechando el tirón mediático de la pequeña ciudad de Vic, el líder del Partido Popular, Mariano Rajoy, le exigió al gobierno una modificación de la "ley de Extranjería". A Rajoy, agobiado por los múltiples casos de corrupción que sacuden a su partido, se le olvidó que el tema de la inmigración, es un asunto de Estado, con el que conviene no jugar. En esta línea, la decisión del Ayuntamiento de Vic, presidido por el Partido Socialista de Cataluña (PSC), apoyado por CiU y ERC, de negar el padrón a los "sin papeles" ha generado un debate previsible, del cual quiere aprovecharse el partido "Plataforma per Cataluña" dirigido por Josep Anglada. 

 

En toda Europa residen 16 millones de musulmanes, la mayoría de ellos en Francia. Conflictos como el que se ha desatado por el velo solo era cuestión de tiempo que hicieran aparición, ya que en el viejo continente asuntos como éste se encuentran a caballo entre lo cultural y lo religioso, llámese burka, nikab, velo islámico, kipá o turbante sij, por eso no existe unanimidad a la hora de regular este tipo de prendas. Desde el punto de vista cultural se trata de prendas que degradan a la mujer, y permitir su uso supondría un retroceso en los logros que han conseguido las mujeres durante décadas. Si bien es cierto que desde el punto de vista religioso, el velo y el burka confieren identidad a quien lo lleva, nunca podemos olvidar que es una norma que parte de una sociedad machista, y que además reafirma la discriminación por motivos de género.  

 

En Francia, el Estado laico por excelencia, se está estudiando prohibir el uso del velo integral en todos los espacios públicos para proteger los valores laicos republicanos como ya se ha hecho en Bélgica, mientras que en países como España se deja en mano de cada centro su utilización, por eso la chica que quería asistir a clase con el velo en Alarcón (Madrid) se ha visto obligada a cambiar de centro. 

 

A pesar del interés mediático que ha despertado este caso, el conflicto entre lo individual y lo religioso no es un tema nuevo en Europa, ya que existen numerosos precedentes, en los que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, ratificó la prohibición de vestir con el velo aduciendo la neutralidad de la escuela pública y el proselitismo religioso e ideológico. En Francia, en el 2008 se le denegó la nacionalidad a una mujer musulmana por llevar el velo, aduciendo falta de integración, aunque también se podría alegar motivos de seguridad o lucha contra el fraude. Del mismo modo se le denegó a un hombre la nacionalidad por querer imponerlo a su mujer. Se calcula que en Francia unas 2.000 mujeres llevan el velo integral, de las cuales un 25% se han convertido al Islam. No es una casualidad que este asunto salga poco después del revés electoral sufrido por la derecha francesa tras las elecciones regionales de marzo.  

 

Según el Consejo de Estado francés, este tipo de medidas atentan contra la libertad de las personas como se defiende desde el Convenio Europeo de Derechos Humanos. La decisión adoptada en España de prohibir asistir a clase a la chica con el velo va en contra de los artículos 18 y 27 de la Constitución española, ya que vulnera el derecho a la imagen y la libertad religiosa. Este asunto puede suponer un precedente peligroso, ya que lo más razonable sería prohibir cualquier símbolo religioso explicito en todos los espacios públicos, sobre todo porque partimos de la base de que el Estado es laico y no debería tener preferencias religiosas, a pesar del sustrato cristiano de la mayoría de países europeos. Por esta razón, desde la laicidad se podría interpretar la indumentaria de las monjas o los crucifijos como símbolos religiosos.        

 

El principal inconveniente con que se encuentran los diferentes países occidentales a la hora de abordar el tema es que el fenómeno migratorio de las últimas dos décadas ha sido tan vertiginoso que no ha dado tiempo a que dichos países puedan integrar a tantas personas en tan poco tiempo. A pesar de la grave crisis económica mundial, la mayoría de los inmigrantes no retornan a sus países de origen, lo que significa que se trata de un viaje sin retorno en la mayoría de los casos.

 

En Barcelona, por ejemplo, el 17,6% los residentes son extranjeros, según un estudio reciente del Ayuntamiento de Barcelona. De hecho en todos los distritos de la ciudad condal, se supera el 11% de población extranjera. En el distrito de Ciutat Vella, por ejemplo, se ha pasado del 18,2 en el 2001 al 40,2% en el 2010 con el peligro de guetización que esto representa. De este crecimiento espectacular de la inmigración solo quedan al margen los distritos de Les Corts y Sarria-Sant Gervasi, ya que son los distritos más caros de la ciudad. A pesar de esto, ambos superan el 11% de residentes extranjeros, en su mayoría europeos con un mayor poder adquisitivo y una similitud étnica que les permite camuflarse con los vecinos de estos distritos.

 

En toda Barcelona, entre el 2000 y el 2010 se ha pasado de los 53.428 residentes extranjeros a los 284.632. A pesar de que el colectivo italiano es el más numeroso  en la ciudad, los que más llaman la atención son los procedentes de los países pobres, ya que representan más del 60% del total, a lo que hay que añadir que su diferencia étnica y su movilidad en los transportes públicos dan la impresión de que sean muchos más. Un claro ejemplo de este aspecto que afecta a la percepción, es la comunidad dominicana. Según el estudio del Ayuntamiento, el dominicano no es uno de los colectivos más numerosos con sus 7053 miembros, sin embargo da la impresión de que los dominicanos están por todas partes y son muchos más. 

 

La comunidad marroquí es el colectivo más numeroso en Cataluña, y debido a su diferencia cultural, económica y religiosa, existen contra ellos estereotipos muy negativos en la mayoría de los casos. De hecho a los "magrebíes" se les denomina despectivamente "moros". Solo en Cataluña, existen más de 200.000 personas marroquíes o de origen marroquí. Como se ha constatado en los hechos de Vic, algunos inmigrantes creen que los autóctonos les quieren hacer pagar los platos rotos de la crisis económica, de la que por otro lado, ellos son los más perjudicados al no tener los documentos en regla o al haber trabajado sin contrato. 

 

Como señaló el Ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, el padrón municipal es importante para conocer los habitantes reales de cada municipio para asignar lo que recibe cada ayuntamiento de los presupuestos generales del Estado. Pedir "papeles para todos" es igualmente demagógico. Como bien se señala desde el gobierno central, la negativa a empadronar a los inmigrantes sin papeles vulnera la Ley de Bases de Régimen Local de 1995 como reconocía el Ministro de Trabajo e Inmigración Celestino Corbacho, quien también está de acuerdo en acabar con las mafias, los pisos pateras o la delincuencia asociada a la inmigración.    

 

Lo que ha ocurrido en la pequeña ciudad catalana de Vic evidencia que existe un vacío legal que tiene que ser solucionado de inmediato para evitar conflictos entre autóctonos e inmigrantes. Según, el gobierno central, los ayuntamientos están obligados a empadronar a todos los ciudadanos que puedan demostrar que residen allí, sin embargo el Ayuntamiento es consciente de que este hecho puede desestabilizar los servicios sociales a los cuales tienen derecho los inmigrantes una vez empadronados, como son la educación y la sanidad.  

 

En Vic, una ciudad de poco más de 40.000 habitantes, es evidente que iban a surgir problemas de convivencia, ya que en ella reside un 25,7% de población inmigrante. Esta ciudad contaba en el año 2000 con 32.781 habitantes, de los cuales 2.880 eran inmigrantes. Se trata de un cambio radical que cuesta asimilar, ya que además se trata de un  símbolo del catalanismo y un modelo de integración para Cataluña y España, hasta que apareció el partido xenófobo Plataforma per Cataluña. 

 

Este partido, con un sencillo mensaje anti-inmigración se ha convertido en poco tiempo en la segunda fuerza del Consistorio con cuatro concejales. A parte de decir que los inmigrantes colapsan los centros médicos, que crean pisos patera, que aumenta la inseguridad y que se quedan con todas las ayudas sociales, poco más se sabe sobre este partido de ultraderecha. Aunque se llame Plataforma per Cataluña, no está claro a que Cataluña quiere representar, si a la independentista, a la españolista o a la federalista. En realidad, se trata de unos farsantes que intentan a través del miedo obtener beneficio electoral para sus propios intereses.

Aunque este mensaje pueda resultar atractivo para personas poco estudiadas o mal informadas, lo cierto es que este tipo de partido no tiene muchos seguidores en Cataluña, ya que al situarse en la ultraderecha española se contradice con los intereses nacionalistas y federalistas. Lo que sí podrían provocar es una disminución de los votantes del Partido Popular, ya que sus mensajes son muy similares en materia de inmigración.    

 

Que la inmigración se debe regular eso lo saben todos los partidos catalanes, desde el PP hasta los independentistas. No se trata de un secreto sino de una realidad necesaria. En Cataluña, un 52% de los habitantes opina que hay demasiados inmigrantes, pero solo un 2% de ellos afirma que votaría a un candidato xenófobo si se presentase. No es una casualidad que la mayoría de los que opinan así sean votantes del PP (nacionalista español) y de CiU (nacionalista catalán), ambos por razones diferentes, como se confirma cuando se habla de imponer un examen de cultura catalana a los inmigrantes. Como todos sabemos, las encuestas dependen de quien las realiza y de como se hagan las preguntas.

 

Para quien no conozca al tal Josep Anglada i Rius, solo hace falta decirle que es un político de la ultraderecha que se ha infiltrado como concejal en el Ayuntamiento de Vic, a través del fomento del miedo a la inmigración. Aunque su partido se presente como un defensor de Cataluña, no es más que un ex militante de la agrupación de extrema derecha Fuerza Nueva y del Frente Nacional, ambos afines a las ideas de Francisco Franco y de Blas Piñar. Anglada, quien fue expulsado del Frente Nacional por apropiarse de dinero de la formación, no duda en expresar su rechazo a las mezquitas o al tema del velo en Vic. Su retórica es muy parecida a la de Vlams Belang en Bélgica, la Liga Norte en Italia o el Frente Nacional en Francia. 

 

Para cualquiera que conozca un poco la compleja relación histórica que existe entre Cataluña y España, las contradicciones de este personaje son más que evidentes. No es posible defender a Franco y a Cataluña al mismo tiempo, ni definirse como no racista cuando odia a los musulmanes y a los subsaharianos. Este es el motivo por el que un grupo independentista le agredió en el centro de Vic, acusándole de facha y de farsante ¿Cómo puede este señor generalizar sobre la violencia de los inmigrantes, cuando el fue juzgado y condenado por agredir a un menor de edad? Ya va siendo hora de desenmascarar a este nostálgico franquista que dice defender el interés de los "catalanes". Quienes lo conocen dicen de él que no es muy inteligente, pero que sí sabe aprovecharse del discurso xenófobo con fines políticos. Sus mensajes giran siempre alrededor de la invasión del Islam y de los inmigrantes en general.

Quien desee conocer más sobre esta formación solo tiene que leer el libro "Toda la verdad sobre Plataforma per Cataluña", escrita por los periodistas Joan Serra y Miquel Erra. Según el informe anual, Evolución del racismo y la xenofobia en España, 2009, se conoce que un 37% de los españoles es reacio a la inmigración, y que además acusan a los inmigrantes del deterioro de las condiciones laborales. Del mismo modo un 42% opina que las leyes que regulan la entrada y permanencia son demasiado flexibles.             

 

Mientras los conflictos relacionados con la inmigración salpican a muchos países europeos, pocas personas se han dado cuenta de que estamos asistiendo desde hace algunos años a lo que se podría catalogar como la segunda fase de los movimientos migratorios, que es la integración en la sociedad de acogida. Según los datos oficiales, el 12,8 % de los matrimonios registrados en Cataluña se han producido entre parejas mixtas, es decir, en donde uno de sus miembros es de origen extranjero. Se trata de un proceso que engloba a toda Europa, de modo que podemos decir que el avance de la Europa mestiza a la que tanto teme la ultraderecha es un proceso irreversible, de manera que es casi un deber aplicar políticas de integración más eficaces para reducir la tensión entre autóctonos e inmigrantes.

 

Con la crisis económica como telón de fondo, muchos países han comenzado a promover iniciativas que tienen como objetivo principal frenar la inmigración ilegal, y de paso dar prioridad a los autóctonos. En Arizona (EE.UU) se ha aprobado una ley reciente que criminaliza a los "sin papeles". Se dice que la iniciativa procede del senador republicado Rusell Pearce, un simpatizante de las ideas neonazi y de los programas de deportación, aunque la máxima responsable de su entrada en vigor es la gobernadora republicana Jan Brewer. La propuesta conocida como SB 1070 que ha sido aprobada por el Senado estatal tardará unos tres meses en empezar a ser aplicada, a menos que el presidente Barack Obama y la leyes federales lo impidan, ya que este tipo de iniciativas fomentan indirectamente el racismo y la xenofobia. 

 

En Arizona, los hispanos representan el 30% de la población. Solo entre el 2000 y el 2007, esta comunidad aumentó en un 45,2%, algo que permite comprender el rechazo hacia los indocumentados por parte de muchos autóctonos. Solo el tiempo nos dirá si iniciativas como ésta pueden tener influencia en las próximas elecciones primarias que se celebrarán en noviembre. Se calcula que solo en Estados Unidos existen unos 11 millones de inmigrantes sin papeles.

 

En una era marcada por la globalización, es condición obligada mirar al futuro con optimismo, aprendiendo de los errores del pasado. Aunque a muchos trasnochados no les guste la idea, no les queda otro remedio que acostumbrarse a los velos, las pieles oscuras y los idiomas extraños. 

 

Alcides Pimentel Paulino

Publicado en El Nuevo Diario Dominicano 28-04-2010 

      

 

 

 

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