Esperanza Aguirre y la tormenta perfecta

Publicado en por Alcides Pimentel Paulino

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La compleja política española está atravesando una de sus etapas más convulsas desde que se instaló la democracia en 1975. Poco después de las duras medidas anticrisis introducidas por el gobierno presidido por José Luís Rodríguez Zapatero, las numerosas encuestas realizadas no dejan claro que el Partido Popular aventaje al PSOE en intención de voto de manera clara como cabría esperar. Si el Partido Popular quiere llegar a la Moncloa en las próximas elecciones debe redefinir su estrategia, ya que por lo visto Mariano Rajoy no parece el más indicado. Al Partido Popular se le presenta un dilema: Mariano Rajoy o Esperanza Aguirre. 

 

En la situación actual de crisis económica y desconcierto del Gobierno, muchos son los que piensan que es el momento de que Esperanza Aguirre Gil de Biedma se decida de una manera formal a presentar su candidatura como futura presidente. Desde el propio Partido Popular comienza a ser evidente que Mariano Rajoy no conecta con la mayoría de los españoles.   

 

A pesar de que mucha gente está desencantada con las medidas que ha tomado el Gobierno para superar la actual crisis española, la intención de voto revela que el Partido Popular no logra despegarse de los socialistas, y una de las posibles razones puede ser su líder Mariano Rajoy. Es evidente que el Ejecutivo de Zapatero ha improvisado en algunas ocasiones las medidas a aplicar, aunque también es cierto que nadie tiene la solución a dicho problema. Muchos esperan que el capitán de este desastre, Zapatero, se hunda con el barco y de paso a otros que arreglen el desastre. La otra alternativa es presionarlo para que dimita. 

 

En un contexto diferente el Partido Socialista estaría condenado a la derrota, pero después de los múltiples casos de corrupción vinculados al Partido Popular y la gestión que ha hecho Rajoy de ellos, le dejan como un líder poco convincente. Para la opinión pública no es lícito decir aquello de "si el que roba es de los míos, es inocente", ya que un verdadero capitán ha de tomar decisiones dolorosas para su equipo en los momentos difíciles como le ocurre en el caso de Francisco Camps, presidente de la Comunidad Valenciana. Con su apoyo a Camps y sus negativas a respaldar los numerosos recortes que propone el Gobierno, Rajoy aparenta ser un líder blando que solo mira por su propio interés, dejando a su partido en una encrucijada.

 

Mientras esto sucede, Aguirre se presenta como la defensora de la España unida que tanto seduce a los votantes patriotas del PP. Esta es la razón por la que aparece como la patrona de la cultura española, de la fiesta nacional -los toros- o se opone a un más que previsible aumento del IVA en España y a las leyes antitabaco. Todas estas decisiones tienen como objetivo sumar adeptos a su posible candidatura, pero sin hacer enfadar a la cúpula del partido que de momento dice apoyar a Rajoy.

Quién le iba a decir a Esperanza, que después del accidente en helicóptero del 2005 junto Rajoy, hoy sería su principal rival político, ya que Rodrigo Rato no está en estos momentos en condiciones de disputar la candidatura.   

 

Por sus declaraciones y sus actos se podría decir que "Espe" solo espera el momento adecuado, ya que se ve obligada a respetar las directrices del partido. Mientras tanto Aguirre se dedica a sumar puntos a su causa, conocedora de que serán los propios votantes del PP quienes la propondrán, por aclamación popular, como sucesora de Rajoy al frente del Partido. La mujer de la sonrisa diabólica es consciente de que declararse en rebelión le podría restar apoyos de cara al futuro. Si "Espe" quiere ser algún día presidenta debe presentar sus credenciales lo más pronto posible, ya que el PSOE se encuentra en horas bajas y Rajoy no se apartará por propia iniciativa.

No mostrar de inmediato sus cartas, supondría para el partido prolongar su agonía en la oposición, con un líder que es percibido por la opinión pública como un perdedor, un hombre que no despierta demasiadas simpatías ni dentro de su propio partido.

 

La gestión de Esperanza Aguirre al frente de la Comunidad de Madrid y su edad, 58 años, la sitúan en el momento ideal para dar ese arriesgado paso en su carrera política. Después de haber sido ministra de Educación y Ciencia (1996-1999), presidenta del Senado (1999-2002) y presidenta de la Comunidad de Madrid desde el 2003, este sería un buen momento para dar el gran salto. Después de todos esos logros, a Aguirre solo de queda formalizar su candidatura a la presidencia.

Su buena gestión en la Comunidad de Madrid, ofuscan su manera de hablar directa y sin pelos en la lengua, como cuando llamó "hijo de puta" a un miembro de la oposición. Después de las elecciones del 2008, Aguirre hizo evidente que no apoyaba la candidatura de Rajoy, aunque luego se retractó. Sus enemigos políticos son numerosos, y entre ellos destaca el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Galardón, un hombre fiel a Rajoy.

 

Desde que se introdujo en la política, allá por 1983, apadrinada por Pedro Schutz, a la "Condesa de Morillo" siempre le ha seducido la idea de convertirse en la primera presidenta española. Con abuelos madrileños, catalanes, segovianos y vascos, es difícil no imaginarla como una solución de consenso. Esta abogada de profesión, además de castellano, habla inglés y francés, conocimientos imprescindibles para un político moderno. Quién no recuerda el ridículo castellano tejano de José María Aznar.               

 

Es evidente que las medidas tomadas por el Gobierno son duras, pero también que son necesarias si se piensa en un Estado del bienestar a largo plazo. Recortar el sueldo a los funcionarios, congelar las pensiones o crear impuestos a los que más tienen puede ser impopular, pero resulta lógico en la situación actual. El Gobierno es consciente de que en España el 34,3 % de la población supera los 50 años, unos votos muy a tener en cuenta. De hecho, funcionarios y pensionistas suman más de 11 millones de votos, algo conocido por Zapatero y el Partido Socialista.

 

España no es Grecia, ni Portugal, pero si no se toman las medidas adecuadas el resultado podría ser catastrófico. La octava economía mundial conserva su autoestima. Se cree que el Gobierno menospreció la gravedad de la crisis, de ahí que reaccionara tarde, pero en verdad nadie conocía la magnitud de la tragedia. Es por este motivo que el paquete de medidas se perciben como un castigo impuesto por la Unión Europea (UE), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y por su amigo Barack Obama.

Desde Alemania, el Directorio Europeo es consciente de que España es el enfermo que puede contagiar a toda la economía europea, comenzando por la moneda común y terminando con el riesgo bancario alemán en la deuda española. No hace falta ser un genio para darse cuenta de que el milagro español, que tenía como base la construcción y el turismo, ha muerto.  

   

La Unión Europea, ante el panorama que se avecina, ha creado un fondo de 750.000 millones de euros para ayudar a los países de la Unión en dificultades. En Inglaterra los ministros se quedarán sin coche oficial y se les prohibirá viajar en primera clase, como parte de los 7.200 millones de euros que pretende ahorrar el gobierno "tory" de David Cameron.

 

Los populares quieren dar la impresión de que el partido socialista atraviesa por una grave crisis política e institucional, olvidando que el pueblo no es tan inculto como parece. Poca gente se cree aquello de que el PP el defensor de los trabajadores y de los funcionarios ¿Es que con el PP no habría crisis? No seamos ilusos, el papel de defensor de los trabajadores siempre ha correspondido a la izquierda. 

 Lo que sí está claro es que esta serie de reformas afectarán de manera notable lo que entendemos por el Estado del Bienestar. Estén o no de acuerdo derecha e izquierda, la reforma laboral se hará por que es necesaria para el mejor funcionamiento del país, y de ello son conscientes patronal y sindicatos, por más huelga general que organicen UGT y Comisiones Obreras (CC.OO) .

 

Si las empresas privadas han bajado los salarios a sus trabajadores, por qué las públicas no. El control del déficit público es un asunto de Estado que hay que aprobar, aunque sea por decreto. El PP ha entrado en una dinámica peligrosa en su afán por obtener votos, y esta desmesurada ambición podría pasarle factura en las próximas elecciones. Criticarlo todo sin proponer nada en concreto es una estrategia peligrosa, ya que tiende a subestimar a la opinión pública, que odian que la manipulen como ocurrió tras los atentados del 11-M de Madrid. El populacho, por si a alguien se le olvida, desapareció con el Imperio romano.       

 

Los planes para el recorte del déficit y la deuda pública se encuentran por toda la Eurozona, y España uno de los países más afectados por la crisis, no será una excepción. El objetivo del Gobierno es reducir el déficit del Estado del 12%  al 3% del producto interior bruto en los próximos años. Se trata de un ajuste necesario que aleje España de la situación de Grecia. En Alemania se le ha prohibido al Gobierno federal acumular déficits superiores al 0,35% del PIB desde el 2016 hasta el 2020.

El Portugal se ha reformado el sistema de pensiones que pasa a calcularse sobre toda la vida laboral. En Italia se congelaron los salarios de los funcionarios. En Francia se han dado cuenta de que es obligatorio reformar el sistema de pensiones, ya que se trata de un sistema insostenible a largo plazo. En este último asunto solo hay dos soluciones: retrazar la edad de jubilación o ampliar el periodo de cotización.

 

En España, los salarios de los funcionarios bajarán entre 0,56% y el 7% este mismo año y se congelarán en el 2011, al igual que las pensiones contributivas. Se eliminará el cheque bebe de 2.500 euros a las madres de igual forma que los 400 euros a los desempleados que han agotado el paro. De igual manera se ha reducido el gasto en inversión pública, dependencia, medicamentos subvencionados y la relación entre el Gobierno central y las Autonomías. Está claro que esta serie de medidas comportarán al Ejecutivo rechazo social, lo que podría traducirse en votos, políticamente hablando, pero le permitirá ahorrar unos 15.000 millones de euros.  

 

Con medidas tan impopulares como la flexibilización del mercado laboral y el retrazo de la jubilación de los 65 a los 67 años, el gobierno de José Luís Rodríguez Zapatero, sabe que se está jugando la presidencia, pero también es un acto de valentía por los riesgos que comporta tomar este tipo de decisiones. Anunciar que pagarán los que más tienen no tapa los problemas a los que se enfrenta la economía española a medio y largo plazo, pero se trata de una cortina de humo para desviar la atención del verdadero problema; la grave situación de la economía española.

 

Los milagros no existen y cuando se trata de economía lo mejor es volver a pensar en la dura realidad.  

 

Alcides Pimentel Paulino

 

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